La crisis económica y su consecuencia más dramática en forma de paro y conflictividad social empañó ayer la Fiesta de la Rosa, punto de encuentro anual del socialismo catalán. En su habitual reunión en la localidad de Gavà (Barcelona), la fiesta del PSC acabó entre gritos y tensión protagonizados por un centenar de trabajadores de Nissan, Roca y La Seda, que abuchearon a los dirigentes socialistas que intervinieron en el acto.
Al grito de «mentirosos» y de «Zapatero embustero» interrumpieron los discursos del ministro de Fomento, José Blanco -máxima autoridad del PSOE ante la ausencia por segundo año del jefe del Ejecutivo-, y del presidente de la Generalitat, José Montilla. El que antaño fue un festivo y amable acto de reafirmación socialista -miles de militantes hermanados comiendo juntos en sillas de tijera- vivió ayer uno de sus momentos más difíciles, en pleno otoño de la economía española.
Diálogo con Corbacho
Fue precisamente en el momento en el que Blanco justificaba las medidas del Gobierno para salir de la crisis cuando una quincena de trabajadores afectados por diferentes Expedientes de Regulación de Empleo se acercó hasta la valla que les separaba del recinto gritando proclamas como: «Zapatero mentiroso», «no sois de izquierdas» y reclamando más trabajo.
Como es habitual en estos casos, parte de los asistentes -25.000 en su conjunto, según las generosas cifras ofrecidas por el PSC- intentaron acallar las protestas aplaudiendo a los oradores. Se vivieron momentos de tensión, aunque tanto Montilla como Blanco pudieron acabar sin mayores problemas. Antes de los abucheos, el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, había salido del recinto para hablar con los trabajadores, un diálogo que los afectados valoraron pero que no sirvió para detener la protesta.
Las tres empresas se encuentran inmersas en complicados procesos de reestructuración: la automovilística Nissan lleva acumulados tres expedientes en los últimos meses, un proceso que pone en peligro su centro de producción en la Zona Franca. Los trabajadores de Roca, por su parte, exigen a la administración que no permita lo que denuncian es en realidad un proceso de deslocalización encubierto. Mientras, La Seda, durante décadas emblema del poderío de la industria química catalana, plantea un expediente para su planta de El Prat. Entre las tres compañías suman 2.000 trabajadores afectados. No es la primera vez que la conflictividad laboral que se vive en Cataluña irrumpe de lleno en la vida política, como ya sucedió durante la ofrenda floral de la «Diada», el pasado día 11.
Al margen de las protestas, y durante su intervención en Gavà, el ministro Blanco aseguró que la «improvisación» y la «mala política de comunicación» que se achaca a Zapatero ante la crisis es en realidad una muestra de «responsabilidad» y de «compromiso con un proyecto político». A las decisiones «valientes» de Zapatero «unos le llaman improvisación y otros responsabilidad», dijo.
Fuente: http://www.abc.es
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