El escritor, enfermo de cáncer, recibe el premio Don Quijote cuando le queda "un soplo de vida"
Antonio Gala se niega a pronunciar las dos palabras malditas. Sentado en un amplio sillón, se mantiene impasible ante las cámaras de televisión y los flashes de los fotógrafos. Vestido con su elegancia habitual y apoyado en su inseparable bastón, el poeta y escritor conversa, de forma pausada, con sus metáforas y sus rodeos. Se expresa con un hilillo de voz, pero con la lucidez que siempre le ha caracterizado. Habla de su martirio particular, el cáncer de colon; y el destino irremediable para todos, la muerte que no nombra pero que tiene muy presente. ....
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