Todos los medios nos bombardean estos últimos días con imágenes y noticias sobre cómo van a pasar los españoles la noche de fin de año: En familia, en cotillones públicos y privados, fiestas tipo botellón, en tierra, mar o aire, pero lo más significativo es que todos los medios obvian a muchos miles de españoles y ciudadanos de otros países que residen en el nuestro y que pasaran esa misma noche en cajeros de entidades bancarias, pasajes o soportales de galerías comerciales o bajo cartones a cielo raso. Sin cena, sin bolsa de cotillón ni uvas de la suerte.
Son personas, también existen, nos cruzamos a diario con ellos aunque a todos los efectos nos parezcan invisibles, habitan nuestro mismo espacio y tiempo y formamos parte de la misma materia/especie, (esto último se supone). Porqué nos son tan indiferentes?, Esa indiferencia y falta de solidaridad nos hace sentir menos y nos pone al frente del más dañino de todos los espejos, nadie queda liberado de verse atrapado en una de esas situaciones extremas.
Pienso que el problema no es pasar hambre o angustia. El problema es quedarse siempre en el hambre y en la angustia, estirar la mano para pedir clemencia a los que tienen o pueden más, el problema es creer que tú dignidad depende de otros, el problema es el miedo que nos oprime, el problema es que ni siquiera tenemos conciencia de que la humanidad no podemos dividirla más por los estratos sociales y la desigualdad.
No pidas, exige tus derechos, movilízate contra lo que te oprime, hay que gritar ¡BASTA A LA INJUSTICIA! ¡BASTA A LOS SISTEMAS OPRESORES!
“El día que unos pocos, confiando en la Vida y los unos en los otros, persuadan con su ejemplo a la mayoría, alumbrarán un nuevo mundo.” (Esta frase la tomo prestada del TL de mi amigo Jesús Nava de twitter).
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